Tengo al arte moderno o contemporáneo como un
territorio expresivo de lo más libre y divertido, pura sensación y, a menudo,
un motivo de inquietudes, cosquilleos y placeres. Sin duda, puede llegar a ser
decoración de primera. Así que considero muy razonable dedicarle algo de nuestro tiempo. No todo va a estar claro.
El pintor y escultor Manolo Valdés (Valencia, 1942) practica este discurso lúdico y, en fin, es
uno de mis compatriotas más ilustres y globales. Igual pensó en algún momento de su carrera que estaba contribuyendo a educar personas con sus propuestas artísticas y que así contribuía a sacar a tantos idiotas de su imbecilidad. Muchos creativos durante el último siglo creían y creen estar cambiando el mundo con sus novelas, películas, pinturas, esculturas. No sé si es su caso.
Lo que sí sabemos de este señor es que reside en New York desde hace muchos años, tiene el respeto de los entendidos y lleva una vida acomodada, en gran medida porque tuvo la ocurrencia de sacar de su contexto velazqueño a las meninas y cantó un bingo detrás de otro. La parida del valenciano Valdés adquirió
identidad propia y aura como “icono”, una pieza cuya tenencia y presencia daba
un no se qué añadido, hasta que muchas, muchas familias, entidades y hasta
ciudades vieron la necesidad de tener “su” menina.
A todo esto, el bueno de Manolo debió
considerar que su creatividad no se veía lastrada por repetir hasta la saciedad
el “icono”. Hablamos de uno de los artistas valencianos y españoles más universales del último medio siglo. Que te digan que verás la obra de Valdés que poseen algunas
entidades y familias de tu tierra y capaces de pagarlas tiene su morbo.
Aunque las fallas están cerca, el panorama
local en nuestra ciudad sede no está para echar cohetes, así que la exposición en mi querido y siempre
gótico Palacio del Almudín es rácana. No hay edición de materiales explicativos
o folletos. Y sólo sabemos de algunos propietarios gracias a una pegatina
sencilla y pequeña, con lo que bye, bye a la morbosa delectación con la que llegué a la expo- con Sonia.