2.23.2013

MANOLO VALDÉS EN LAS COLECCIONES VALENCIANAS by JN


Tengo al arte moderno o contemporáneo como un territorio expresivo de lo más libre y divertido, pura sensación y, a menudo, un motivo de inquietudes, cosquilleos y placeres. Sin duda, puede llegar a ser decoración de primera. Así que considero muy razonable dedicarle algo de nuestro tiempo. No todo va a estar claro.


El pintor y escultor Manolo Valdés (Valencia, 1942) practica este discurso lúdico y, en fin, es uno de mis compatriotas más ilustres y globales. Igual pensó en algún momento de su carrera que estaba contribuyendo a educar personas con sus propuestas artísticas y que así contribuía a sacar a tantos idiotas de su imbecilidad. Muchos creativos durante el último siglo creían y creen estar cambiando el mundo con sus novelas, películas, pinturas, esculturas. No sé si es su caso. 

 

Lo que sí sabemos de este señor es que reside en New York desde hace muchos años, tiene el respeto de los entendidos y lleva una vida acomodada, en gran medida porque tuvo la ocurrencia de sacar de su contexto velazqueño a las meninas y cantó un bingo detrás de otro. La parida del valenciano Valdés adquirió identidad propia y aura como “icono”, una pieza cuya tenencia y presencia daba un no se qué añadido, hasta que muchas, muchas familias, entidades y hasta ciudades vieron la necesidad de tener “su” menina.  


A todo esto, el bueno de Manolo debió considerar que su creatividad no se veía lastrada por repetir hasta la saciedad el “icono”. Hablamos de uno de los artistas valencianos y españoles más universales del último medio siglo. Que te digan que verás la obra de Valdés que poseen algunas entidades y familias de tu tierra y capaces de pagarlas tiene su morbo.



Aunque las fallas están cerca, el panorama local en nuestra ciudad sede no está para echar cohetes, así que la exposición en mi querido y siempre gótico Palacio del Almudín es rácana. No hay edición de materiales explicativos o folletos. Y sólo sabemos de algunos propietarios gracias a una pegatina sencilla y pequeña, con lo que bye, bye a la morbosa delectación con la que llegué a la expo- con Sonia.


A Valdés ese imprescindible momento glorioso como valenciano le llegó cuando el ayuntamiento de Rita Barberá le encargó una pieza enorme a partir de piececitas en azul cobalto con la que variaría la composición icónica de la cabecita “menina” para derivar a una “dama ibérica”, una versión maqueta de la cual puede verse en la expo-. En este caso, era algo más que otra "menina". Se trataba de una intervención urbana con la que facilitar la consolidación de un eje cosmopolita de "altura" para la expansión de Valencia City hasta el infinito y más allá: el nuevo Mestalla de Juan Bautista "Solar", el Palacio de Congresos de sir Norman Foster, el edificio "a lo Singapur" que albergaría el Hotel Hilton en régimen de franquicia y, más tarde, el pedazo de Casino Cirsa -con algún buen amigo y seguidor nuestro en su staff-. 


Vengan los "iconos" y pongamos, pues, a Valdés, artista tan neoyorkino como del "cap i casal". Precioso. Paso por delante de esta dama ibérica azulísima cuando salgo a machacarme con mi “triatlín” en dirección ida y vuelta a Burjassot, pueblo de mi mamá y de la familia Sales, con una parte de la cual nos encontramos casualmente, con nuestro responsable de arte y diseño -incluido este blog que visitas-, el dibujante y bajista Paco Sales, su chica Isabelle Bonet y sus herederos Roque y Mariana, atentos e interactivos siempre. 


El caso es que puedes pasar un rato muy agradable en el Palacio del Almudín dejándote llevar por tus impresiones sobre la obra de este interesante creador. Acostumbramos a ver la botella medio llena. Valdés es un buen camino para ir familiarizándote con el arte contemporáneo, sin duda. Si estás en o acudes a VLC, tienes hasta el 31 de marzo para pasarte por la expo-.